Diego Presa – Flor abierta (álbum)
“Flor abierta” por Gabriel Plaza:
La música de Diego Presa es como el fogonazo de un disparo en el medio de la noche, esa luz brillante que permite ver lo que no se había visto hasta ese momento, o la catarsis de madrugada frente al cáliz rojo de un vino intenso.
Flor abierta, su nuevo álbum solista expande su universo cancionístico. Hay una transformación entre aquel trovador de su anterior disco cuya matriz se anclaba en el folk, y este compositor de madurez pop, que puede caminar por los bordes de una Montevideo alternativa con elementos del post punk, la new wave, la balada rock metafísica a lo Leonard Cohen, el pop rock armónico heredado de The Byrds, y el romanticismo de un juglar medieval de tono confesional.
La nueva producción de Diego Presa, es un viaje por la ruta de sus pensamientos más íntimos. La crónica desvelada tras una caminata nocturna o el poema que aparece al alba. Es la mitología griega encarnada en el personaje de Narciso, o el salto de fe que despierta el fuego religioso de Juana de Arco. Es la naturaleza salvaje, la imagen de un cardenal que da un respiro frente al avance del capitalismo y el desmonte, o el lirio federal como metáfora del perfume del deseo. Es la pregunta, la duda, el rostro animal de infinita ternura. Es el misticismo y el éxtasis peleándole a la falta de horizonte, al precipicio al final del camino.
“Flor abierta tiene que ver con lo espiritual, lo salvaje, lo sexual y la fe. La relación entre lo místico y los aspectos más terrenales, nuestro ser primigenio”, dice el músico, que a comienzos de este año empezó a trabajar con el productor Jota Yabar, para darle un cauce conceptual a las once canciones del álbum.
La grabación tiene un tono, una atmósfera, un paisaje sonoro, que se arma alrededor de la columna vertebral del pop rock con texturas musicales de sintetizadores de los años ochenta, el contraste brillante de las guitarras acústicas y eléctricas, los arreglos de violines, la huella emocional que ofrece el detalle de una melódica o una mandolina que le regaló su abuela, la tonalidad menor e inquietante que aporta el fraseo de un saxo barítono, y la voz, esa voz con una épica agridulce, que puede temblar con la emoción, o estar teñida por el color ámbar de una confesión.
El poeta, trovador pop y voz de bandas como Buceo Invisible, se hace preguntas sobre el mundo, las relaciones, el misterio del amor, el deseo, la fuerza femenina, la espiritualidad, los símbolos religiosos, los ideales y el futuro. Diego Presa, abre y cierra la cámara para captar el instante preciso cuando el poema sale al rescate: “Algún sentido habrá/alguna grieta en el muro/habrá donde descansar/al sol en algún futuro”, canta en “Futuro”, una oración a las almas perdidas.
Es un álbum de una belleza poética inusual, vibrante y magnética. Presa es reconocido por esos versos construidos por imágenes visuales potentes, que dejan rastro en el cuerpo y provocan un efecto de recogimiento, o un estado de despertar, que todo el tiempo pendula entre el clima del ocaso y el amanecer.
“Siempre me pasó de pivotear entre un mundo privado, cerrado, solitario, y una observación del entorno, pero está mucho más claro en este disco. Hay incluso hasta una mirada política entrelazada con lo poético. Una mirada hacia nosotros. Las canciones siempre me han surgido como una especie de diálogo con mi mundo interior. Mi proceso como músico o autor de canciones siempre ha sido desde ese núcleo cerrado para expandirme hacia una comunicación mas colectiva. Las canciones son lo que sucede en ese ida y vuelta”, dice.
La producción está atravesada por un espíritu de redención: Presa, escribe grandes himnos embriagados de melancolía en “Los vivos y los muertos”, o que condensan una historia de amor en una sola frase, “El mundo es una canción que no te gusta”. En tres minutos puede construir una serenata conmovedora, íntima, regada de whisky, sobre el hogar y su perra añosa en “Lola”, o crear leimotivs de una fuerza misteriosa y vital, con pulsación rockera en “Ánima”. Hasta puede revisar los muertos en el placard con sabiduría pop en “Secreto”, reavivar la intensidad épica de una heroína en la balada “El entrevero”, trazar un mapa roto de la ciudad en el poema canción “Rosa deforme”, o caminar por el deseo en los aires de milonga de “Lirio federal”.
Son once canciones, donde el sentimiento en carne viva, la emoción verdadera, se traduce a una obra reflexiva, que ofrece otro punto de vista sobre las cosas, como ese rayo de luz que renueva un paisaje viejo.
Flor abierta, en definitiva, es un manifiesto sobre las cosas importantes de este misterioso mundo. Ahí está el testigo que descubre la flor entre la grieta de una ciudad amurallada, el poeta que atrapa el éxtasis del amor, el profeta que canta desde la montaña, y el peregrino que duda y no sabe a donde terminará el camino. Ahí está el trovador que reconoce a su ángel y a su demonio, y el hombre que mira a los astros y a los bichos del campo. Ahí está el que bendice con su canto a las almas acorraladas por la ansiedad y la depresión, el que eleva una plegaria por este mundo bello y duro. Ahí está, Diego Presa, el cantor, el poeta, el caminante, escribiendo sobre la existencia, el amor y la fe, mientras levanta una copa de vino por los muertos y por los vivos.
“Flor abierta” por Gabriel Plaza:
La música de Diego Presa es como el fogonazo de un disparo en el medio de la noche, esa luz brillante que permite ver lo que no se había visto hasta ese momento, o la catarsis de madrugada frente al cáliz rojo de un vino intenso.
Flor abierta, su nuevo álbum solista expande su universo cancionístico. Hay una transformación entre aquel trovador de su anterior disco cuya matriz se anclaba en el folk, y este compositor de madurez pop, que puede caminar por los bordes de una Montevideo alternativa con elementos del post punk, la new wave, la balada rock metafísica a lo Leonard Cohen, el pop rock armónico heredado de The Byrds, y el romanticismo de un juglar medieval de tono confesional.
La nueva producción de Diego Presa, es un viaje por la ruta de sus pensamientos más íntimos. La crónica desvelada tras una caminata nocturna o el poema que aparece al alba. Es la mitología griega encarnada en el personaje de Narciso, o el salto de fe que despierta el fuego religioso de Juana de Arco. Es la naturaleza salvaje, la imagen de un cardenal que da un respiro frente al avance del capitalismo y el desmonte, o el lirio federal como metáfora del perfume del deseo. Es la pregunta, la duda, el rostro animal de infinita ternura. Es el misticismo y el éxtasis peleándole a la falta de horizonte, al precipicio al final del camino.
“Flor abierta tiene que ver con lo espiritual, lo salvaje, lo sexual y la fe. La relación entre lo místico y los aspectos más terrenales, nuestro ser primigenio”, dice el músico, que a comienzos de este año empezó a trabajar con el productor Jota Yabar, para darle un cauce conceptual a las once canciones del álbum.
La grabación tiene un tono, una atmósfera, un paisaje sonoro, que se arma alrededor de la columna vertebral del pop rock con texturas musicales de sintetizadores de los años ochenta, el contraste brillante de las guitarras acústicas y eléctricas, los arreglos de violines, la huella emocional que ofrece el detalle de una melódica o una mandolina que le regaló su abuela, la tonalidad menor e inquietante que aporta el fraseo de un saxo barítono, y la voz, esa voz con una épica agridulce, que puede temblar con la emoción, o estar teñida por el color ámbar de una confesión.
El poeta, trovador pop y voz de bandas como Buceo Invisible, se hace preguntas sobre el mundo, las relaciones, el misterio del amor, el deseo, la fuerza femenina, la espiritualidad, los símbolos religiosos, los ideales y el futuro. Diego Presa, abre y cierra la cámara para captar el instante preciso cuando el poema sale al rescate: “Algún sentido habrá/alguna grieta en el muro/habrá donde descansar/al sol en algún futuro”, canta en “Futuro”, una oración a las almas perdidas.
Es un álbum de una belleza poética inusual, vibrante y magnética. Presa es reconocido por esos versos construidos por imágenes visuales potentes, que dejan rastro en el cuerpo y provocan un efecto de recogimiento, o un estado de despertar, que todo el tiempo pendula entre el clima del ocaso y el amanecer.
“Siempre me pasó de pivotear entre un mundo privado, cerrado, solitario, y una observación del entorno, pero está mucho más claro en este disco. Hay incluso hasta una mirada política entrelazada con lo poético. Una mirada hacia nosotros. Las canciones siempre me han surgido como una especie de diálogo con mi mundo interior. Mi proceso como músico o autor de canciones siempre ha sido desde ese núcleo cerrado para expandirme hacia una comunicación mas colectiva. Las canciones son lo que sucede en ese ida y vuelta”, dice.
La producción está atravesada por un espíritu de redención: Presa, escribe grandes himnos embriagados de melancolía en “Los vivos y los muertos”, o que condensan una historia de amor en una sola frase, “El mundo es una canción que no te gusta”. En tres minutos puede construir una serenata conmovedora, íntima, regada de whisky, sobre el hogar y su perra añosa en “Lola”, o crear leimotivs de una fuerza misteriosa y vital, con pulsación rockera en “Ánima”. Hasta puede revisar los muertos en el placard con sabiduría pop en “Secreto”, reavivar la intensidad épica de una heroína en la balada “El entrevero”, trazar un mapa roto de la ciudad en el poema canción “Rosa deforme”, o caminar por el deseo en los aires de milonga de “Lirio federal”.
Son once canciones, donde el sentimiento en carne viva, la emoción verdadera, se traduce a una obra reflexiva, que ofrece otro punto de vista sobre las cosas, como ese rayo de luz que renueva un paisaje viejo.
Flor abierta, en definitiva, es un manifiesto sobre las cosas importantes de este misterioso mundo. Ahí está el testigo que descubre la flor entre la grieta de una ciudad amurallada, el poeta que atrapa el éxtasis del amor, el profeta que canta desde la montaña, y el peregrino que duda y no sabe a donde terminará el camino. Ahí está el trovador que reconoce a su ángel y a su demonio, y el hombre que mira a los astros y a los bichos del campo. Ahí está el que bendice con su canto a las almas acorraladas por la ansiedad y la depresión, el que eleva una plegaria por este mundo bello y duro. Ahí está, Diego Presa, el cantor, el poeta, el caminante, escribiendo sobre la existencia, el amor y la fe, mientras levanta una copa de vino por los muertos y por los vivos.
Miel – Awaviva (álbum)
“Awaviva”, el álbum debut de Miel, incluye siete canciones que son atemporales, que hablan de Montevideo, Buenos Aires y otras conexiones. Hay algo de rap, algo de folklore, experimental, pop y sobre todo una poesía exquisita. Este disco llega a completar una discoteca uruguaya que no sabía que le faltaba un temporal de frescura y naturalidad.
Miel trae canciones que atraviesan oídos cerrados y llegan para llenar el inconsciente colectivo de sentido, ojalá también para transformarlo. Optimista empedernida, esta artista toca cada corazón al que le canta.
Con la producción de Shoshi XXI, Nicolás Carou y Kerko, Chivi y Aoiii, la obra logra tener un sello personal y ecléctico. Además las canciones fueron mezcladas por Diego Morales en Lulú Records Estudio y masterizados por Santiago De Simone 7AMMMIXING.
“Awaviva”, el álbum debut de Miel, incluye siete canciones que son atemporales, que hablan de Montevideo, Buenos Aires y otras conexiones. Hay algo de rap, algo de folklore, experimental, pop y sobre todo una poesía exquisita. Este disco llega a completar una discoteca uruguaya que no sabía que le faltaba un temporal de frescura y naturalidad.
Miel trae canciones que atraviesan oídos cerrados y llegan para llenar el inconsciente colectivo de sentido, ojalá también para transformarlo. Optimista empedernida, esta artista toca cada corazón al que le canta.
Con la producción de Shoshi XXI, Nicolás Carou y Kerko, Chivi y Aoiii, la obra logra tener un sello personal y ecléctico. Además las canciones fueron mezcladas por Diego Morales en Lulú Records Estudio y masterizados por Santiago De Simone 7AMMMIXING.
Agustín Casulo ft. Franco Rizzaro – Sigo vivo (single/videoclip)
«Sigo vivo» de Agustín Casulo y Franco Rizzaro es el primer corte del nuevo álbum de Agustín Casulo a estrenarse a fines del 2024.
Ambos artistas se conocieron a través de Ian Odessky y Bruno Balbis, (amigos en común en Buenos Aires) y fue ahí que compusieron “Sigo vivo”, una canción que funciona como puente entre la música urbana con la bossanova y la salsa , sin dejar de lado la visión pop que caracteriza al artista dejando entrever cuál es la dirección que empieza a tomar el nuevo trabajo que tiene preparado para fin de año.
La letra está en primera persona y habla del proceso de superación de una ruptura amorosa mientras reflexiona acerca de la relación.
La producción está a cargo de Bruno Balbis y Agustín Casulo.
Las guitarras son de Ian Odessky, el bajo acústico de Teo Gonzalez y el piano de Horacio Thove. Fue mezclado por Agustín Casulo y masterizado por stems por Perci en Argentina.
«Sigo vivo» de Agustín Casulo y Franco Rizzaro es el primer corte del nuevo álbum de Agustín Casulo a estrenarse a fines del 2024.
Ambos artistas se conocieron a través de Ian Odessky y Bruno Balbis, (amigos en común en Buenos Aires) y fue ahí que compusieron “Sigo vivo”, una canción que funciona como puente entre la música urbana con la bossanova y la salsa , sin dejar de lado la visión pop que caracteriza al artista dejando entrever cuál es la dirección que empieza a tomar el nuevo trabajo que tiene preparado para fin de año.
La letra está en primera persona y habla del proceso de superación de una ruptura amorosa mientras reflexiona acerca de la relación.
La producción está a cargo de Bruno Balbis y Agustín Casulo.
Las guitarras son de Ian Odessky, el bajo acústico de Teo Gonzalez y el piano de Horacio Thove. Fue mezclado por Agustín Casulo y masterizado por stems por Perci en Argentina.
Lys Gainza – Voyage, voyage (single/videoclip)
Lys estrena una nueva versión de «Voyage, voyage» como adelanto de su próximo disco titulado “1987”, que verá la luz el próximo 12 de julio.
«Voyage, voyage» es una famosa canción del grupo francés Desireless que se convirtió en uno de los mayores hits de la década de 1980, destacándose en las listas de éxitos más importantes de varios países europeos y de diversas partes del mundo.
Lys y su banda, con la producción de Daniel Anselmi, le dan su impronta y un sonido actualizado, fusionando las texturas de los años 80 en Francia.
Lys estrena una nueva versión de «Voyage, voyage» como adelanto de su próximo disco titulado “1987”, que verá la luz el próximo 12 de julio.
«Voyage, voyage» es una famosa canción del grupo francés Desireless que se convirtió en uno de los mayores hits de la década de 1980, destacándose en las listas de éxitos más importantes de varios países europeos y de diversas partes del mundo.
Lys y su banda, con la producción de Daniel Anselmi, le dan su impronta y un sonido actualizado, fusionando las texturas de los años 80 en Francia.
Gonzalo Moreira – Nací Celeste (single)
Luego del excelente recibimiento de su primer disco solista “Resumiendo” (Ayuí, 2022), Gonzalo Moreira nos presenta su sencillo “Nací Celeste”.
Con texto de Claudio Invernizzi y música del propio Gonzalo, este homenaje a la camiseta más querida por todos los uruguayos supo ser, años atrás, la banda sonora del recordado comercial de una conocida bebida nacional.
De ritmo arrollador y un estribillo pegadizo, “Nací Celeste” posee las mejores virtudes para ser la nueva canción que acompañe y aliente cada partido de la selección uruguaya.
El tema fue grabado en estudio La Mayor por Bruno Tortorella y cuenta con la participación del propio Gonzalo Moreira (voz, coros, guitarra), Guzmán Peralta (guitarra eléctrica), Mateo Moreno (bajo) y Fede Moreira (batería).
Luego del excelente recibimiento de su primer disco solista “Resumiendo” (Ayuí, 2022), Gonzalo Moreira nos presenta su sencillo “Nací Celeste”.
Con texto de Claudio Invernizzi y música del propio Gonzalo, este homenaje a la camiseta más querida por todos los uruguayos supo ser, años atrás, la banda sonora del recordado comercial de una conocida bebida nacional.
De ritmo arrollador y un estribillo pegadizo, “Nací Celeste” posee las mejores virtudes para ser la nueva canción que acompañe y aliente cada partido de la selección uruguaya.
El tema fue grabado en estudio La Mayor por Bruno Tortorella y cuenta con la participación del propio Gonzalo Moreira (voz, coros, guitarra), Guzmán Peralta (guitarra eléctrica), Mateo Moreno (bajo) y Fede Moreira (batería).