Guns N’ Roses volvió a Uruguay y Montevideo fue “Paradise City” por una noche.

Finalmente, en la noche del pasado domingo 2, ante un público intergeneracional de 30.000 personas tuvo lugar el esperadísimo show de Guns N’ Roses en el Estadio Centenario, un recital que marcará un hito y quedará en la historia grande de los espectáculos internacionales que pisaron suelo uruguayo. Axl Rose, Slash y Duff Mc Kagan, tres de los integrantes originales de la banda saldaron la deuda de tocar juntos en nuestro país, algo que había quedado pendiente tras la visita de la discutida versión del grupo que comandó el vocalista en la etapa “Chinese Democracy” allá por 2010, mientras que Slash hacía su camino junto a The Conspirators, recalando también en estas tierras en 2012. A continuación, la crónica de la memorable fecha que selló el esperado encuentro para los fanáticos gunners.

Por Liber Aicardi

Foto: Katarina Benzova

A las 21:30 hs, y luego de una correcta actuación de los teloneros locales 4 Cuervos, tomaron el escenario del Centenario al ritmo de “It’so easy” los integrantes del ahora septeto que completan, además de la clásica tríada, Richard Fortus en guitarra, Frank Ferrer en batería (ambos sobrevivientes de la formación que nos visitó en 2010), Dizzy Reed en teclados y percusión (integrante desde 1990) y Melissa Reese en teclados y secuencias, quien se sumó en 2016 para el “Not in this lifetime tour”, la gira que marcó la reconciliación de la dupla principal. De ahí en más, y a lo largo de tres horas, se desarrollaría un set compuesto de clásicos (“Welcome to the jungle”, “Sweet child o’mine”, “You could be mine”, “November rain”, “Dont’ cry”, “Paradise city”), otros que no lo son tanto para el gran público pero que sí guardan un lugar especial en el corazón de los fanáticos (“Estranged”, “Coma”, “Rocket Queen” o la antiquísima “Reckless life”), los del período en el que Axl capitaneó el barco en forma solitaria (“Chinese democracy”, “Better”, “Sorry”), el recuerdo para Velvet Revolver con “Slither” (quizás la interpretación que menos a la altura estuvo), las versiones que ya son como propias (“Live and let die”, “Knocking on Heaven’s door” y “Attitude” cantada por Duff) y los singles más recientes publicados en 2021 (“Hard skool” y “Absurd”). Es decir, una lista digna de una banda que no reniega de sus más de treinta y cinco años historia, desde los inicios hasta el presente, y que se da esos lujos de incluir temas de ocho o diez minutos porque sabe que aunque decaiga el clima tiene hits de sobra, intercalados sabiamente para levantar el show en el momento justo, con un público más que entregado desde las primeras animaciones disparadas desde la enorme pantalla de fondo.

Capítulo aparte merecen la muy buena performance vocal y una igual dosis de entrega física del carismático cantante, aunque su serpenteo luzca más torpe y menos sexy que a finales de los ‘80s, y el show en sí mismo que despliega Slash con sus seis cuerdas bajo su icónica e inalterable galera, demostrando por qué es el guitar hero de la generación X. La voz de Axl superó las expectativas, particularmente en “Civil war” (dedicada al pueblo ucraniano) y la engañosa balada “Sweet child o’mine”, aunque en algunos pasajes sacrificó dicción en pos de rendimiento, el que se fue afianzando con el correr del show. Mientras tanto, el guitarrista se lució en varios tramos, como en “Double talkin’ jive”, “Nightrain” o el emblemático solo de “November rain” por mencionar un puñado, dejando en claro también por qué durante los años de distanciamiento fueron necesarios dos guitarristas para cubrir sus partes, yéndose además ovacionado del Centenario. Duff Mc Kagan, por su lado, también apoyando en vocales a Rose, mostró la solidez necesaria para sostener, junto al baterista Frank Ferrer, las tremendos riffs y solos de Slash, que con el respaldo de Fortus (quien tuvo sus momentos de protagonismo) conforman un tándem imparable. Los tecladistas Reed y Reese cumplieron con su rol de llenar algunos espacios que completaron la tremenda pared sonora que hizo temblar el Parque Batlle, aunque opacados frente al gran despliegue escénico del resto de sus compañeros.

En resumen, veintiocho temas casi sin descanso, un set que a gusto de quien escribe se acercó mucho a lo mejor que podíamos esperar en este tramo sudamericano del “We’re F’n Back Tour”, un gran despliegue audiovisual y la banda probablemente en el momento más a punto desde principios de los ‘90s no hacen otra cosa que confirmar que quienes dijimos presente en la fría noche montevideana tuvimos la oportunidad de presenciar a uno de los números de rock de estadio más importantes a nivel global. Como si lo que ofreció sobre el escenario no hubiera sido suficiente, luego del show, Slash prometió a través de sus redes que el grupo regresaría más temprano que tarde. Esperemos que así sea, ya no para saldar una deuda sino para mostrarnos cómo suenan en vivo las canciones de un nuevo álbum.

Foto: Katarina Benzova
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